Inmortalidad del Alma: ¿La enseñaban los primeros profesantes de Cristo?

Inmortalidad del Alma: ¿La enseñaban los primeros profesantes de Cristo?

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COGwriter

¿Enseñaron aquellos que profesaban a Cristo en el período poco después de que la Biblia hubiera sido completada que los humanos poseen inmortalidad? ¿O enseñaron ellos que esto era algo que Dios daría posteriormente?

¿Cómo entendían ellos los pasajes en la Biblia, tales como el siguiente, que escribió el apóstol Pablo?

52 en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, a la trompeta final. Porque sonará la trompeta, y los muertos serán resucitados sin corrupción; y nosotros seremos transformados. 53 Porque es necesario que esto corruptible sea vestido de incorrupción, y que esto mortal sea vestido de inmortalidad. 54 Y cuando esto corruptible se vista de incorrupción y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: ¡Sorbida es la muerte en victoria! (1 Corintios 15: 52-54)

Los registros históricos nos dan a nosotros muchas claves.

Después de que los apóstoles murieron (siendo Juan el último alrededor del año 100 D.C.), hubo escritores de la primera iglesia quienes continuaron enseñando al menos partes de lo que los apóstoles enseñaron, que es lo que está en el Antiguo y el Nuevo Testamento

Aquí está algo de lo que se cree es “el más viejo sermón cristiano completo que ha sobrevivido” (Holmes M.W. Ancient Christian Sermon. The Apostolic Fathers: Greek Texts and English Translations, 2nd ed. Baker Books, Grand Rapids, 2004). Este Antiguo Sermón Cristiano contiene estas afirmaciones acerca de ello:

Ahora yo no pienso que yo haya dado por ningún medio consejo respecto a continencia, y quienquiera que la lleve a cabo no se arrepentirá de ello, sino que salvará tanto a sí mismo como a su consejero. Pues no hay medio de recompensa para convertir un alma que está preguntando y pereciendo, para que ella pueda ser salvada (15: 1).

Pues si nosotros hemos recibido órdenes, que nosotros deberíamos hacer de esto nuestro asunto, apartar a los hombres de los ídolos e instruirlos a ellos, cuánto más es erróneo que un lama que ya conocía a Dios deba perecer! (17: 1).

Las almas que pueden perecer no pueden ser inmortales.

De la Carta a los Corintios, a menudo llamada 1 Clemente:

Por este relato Él heredará a muchos, y dividirá el despojo de los fuertes; porque Su alma fue liberada de la muerte y Él fue reconocido entre los transgresores (capítulo 16).

Note esto de la Carta a los Efesios de Ignacio:

Por este fin hizo el Señor sufrir que el ungimiento fuera derramado sobre Su cabeza, para que Él pudiera inspirar la inmortalidad a Su Iglesia (capítulo 17).

Especialmente [haré yo esto] si el Señor me hace saber a mí que ustedes vienen juntos hombre por hombre en común a través de la gracia, individualmente, en una fe, y en Jesucristo, quien era de la semilla de David de acuerdo a la carne, siendo tanto el Hijo del hombre y el Hijo de Dios, así que vosotros obedezcáis al obispo y al presbiterio con una mente no dividida, compartiendo un único y mismo pan, que es la medicina de la inmortalidad, y el antídoto para prevenir que nosotros muramos, pero [que causa] que nosotros vivamos por siempre en Jesucristo (capítulo 20).

Ignacio está enseñando esencialmente que Cristo sufrió para dar inmortalidad a la Iglesia y nosotros en la Iglesia cuando compartimos apropiadamente la Pascua podemos vivir por siempre en Cristo –de otra manera nosotros moriríamos.

Sed sobrios como un atleta de Dios: El premio puesto delante de ustedes es la inmortalidad y la vida eterna, de lo cual ustedes están persuadidos (Ignacio. Carta a Policarpo, capítulo 2).

Policarpo de Esmirna (mitad del siglo segundo) enseñaba que el cuerpo y el alma iban a ser resucitados, por lo tanto él enseñaba contra la doctrina de la inmortalidad del alma:

Yo los bendigo a ustedes porque ustedes me han considerado a mí digno de este día y hora, que yo pueda recibir un lugar entre el número de mártires en la copa de vuestro Cristo, para la resurrección a la vida eterna, tanto del alma y del cuerpo, en la incorruptibilidad del Espíritu Santo. (El Martirio de Policarpo, 14: 2. En Holmes M.W. The Apostolic Fathers, Greek Texts and English Translations. Baker Books, Grand Rapids (MI), 2004, p.239).

Si bien la Iglesia Ortodoxa Griega de Antioquía ahora lo enlista a él en su lista de sucesión, alrededor de 170 D.C. Teófilo de Antioquía escribió una posición que parece diferir de la actual doctrina sobre la inmortalidad de los Ortodoxos Orientales:

Cuando tú hayas dejado de ser mortal, y puesto en incorrupción, entonces tú verás a Dios verdaderamente. Pues te levantará a tí carne inmortal con tu alma; y entonces, habiéndote convertido en inmortal, tú verás al Inmortal, si ahora tú crees en Él; y entonces tú conocerás que tú has hablado injustamente contra Él (Teófilo de Antioquía. A Autólico. Libro 1, Capítulo VI. Traducido por Marcus Dods, A.M. Extraído de Padres Pre-Nicenos, volumen 2. Editado por Alexander Roberts & James Donaldson. Edición americana, 1885. Edición Online Copyright © 2004 by K. Knight).

Pues si Él lo hubiera hecho a él inmortal desde el comienzo, Él lo habría hecho a Él Dios… así que si él debiera inclinar las cosas a la inmortalidad, guardando el mandamiento de Dios, él debería recibir como retribución de Él la inmortalidad, y se debería convertir en Dios… Pues si Dios nos ha dado una ley y unos santos mandamientos; y todo aquel que los guarde puede ser salvado, y, obteniendo la resurrección, puede heredar la incorrupción (Teófilo de Antioquía. A Autólico, Libro 2, Capítulo XXVII. Traducido por Marcus Dods, A.M. Extraído de Padres Pre-Nicenos, volumen 2. Editado por Alexander Roberts & James Donaldson. Edición americana, 1885. Edición Online Copyright © 2004 by K. Knight).

Pero Dios al menos, el Padre y Creador del universo no abandonó a la humanidad, sino que dio una ley, y envió santos profetas para declarar y enseñar a la raza de los hombres, que cada uno de nosotros podría despertar y entender que hay un Dios. Y ellos también nos enseñaron a nosotros a abstenernos de idolatría ilegal, y de adulterio, y de homicidio, fornicación, hurto, avaricia, falso juramento, ira, y toda incontinencia y suciedad; y que cualquier cosa que un hombre no quiera que se le haga a él, él no debería hacerla a otro; y de esta manera el que actúe correctamente escapará a los castigos eternos, y será pensado digno de la vida eterna de Dios (Teófilo de Antioquía. A Autólico, Libro 2, Capítulo XXXIV. Traducido por Marcus Dods, A.M. Extraído de Padres Pre-Nicenos, volumen 2. Editado por Alexander Roberts & James Donaldson. Edición americana, 1885. Edición Online Copyright © 2004 by K. Knight).

Probablemente antes de 180 D.C., Melito de Sardis, un famoso líder y escritor de la iglesia, escribió:

Él mató a la muerte que había puesto al hombre en muerte (Melito. Homily On the Passover, Verse 66. Translation from Kerux: The Journal of Online Theology, http://www.kerux.com/documents /KeruxV4N1A1.asp 09/14/05).

Y por esto, Melito está enseñando que Jesús podría proveer inmortalidad, puesto que los humanos no la poseen (él obviamente no se está refiriendo a la muerte física, puesto que los cristianos habían muerto a través de toda la historia).

Incluso si bien él mantuvo algunas opiniones heréticas, Ireneo es considerado haber sido un importante teólogo temprano por Católicos y Protestantes (alrededor 180 D.C.). Él escribió que:

Cristo Jesús, nuestro Señor, y Dios, y Salvador, y Rey… puede, en el ejercicio de Su gracia, conferir inmortalidad a los justos, y santos, y a aquellos que hayan guardado Sus mandamientos. (Irenaeus. Adversus haereses, Book 1, Chapter 10, Verse 1. Excerpted from Ante-Nicene Fathers, Volume 1. Edited by Alexander Roberts & James Donaldson. American Edition, 1885. Online Edition Copyright © 2004 by K. Knight).

De esta manera Ireneo entendía la idea de que los humanos no poseen inmortalidad y que ella es un don de Dios. Y este don es dado sólo a aquellos que han guardado Sus mandamientos.

Él también entendía que la resurrección era física:

Nosotros por lo tanto hemos formado la creencia de que [nuestros] cuerpos también se levantarán de nuevo. Pues si bien ellos van a la corrupción, no obstante ellos no perecen; pues la tierra, recibiendo los restos, los preserva incluso como semilla fértil mezclada con suelo más fértil. De nuevo, un grano desnudo es sembrado, y, germinando por la orden de Dios su Creador, se levanta de nuevo, vestido y glorioso pero antes de que haya muerto y sufrido descomposición, y mezclado con la tierra. (Ireneo. Fragmentos de Ireneo. Fragmento VII. Translated by Alexander Roberts and James Donaldson. Excerpted from Volume I of The Ante-Nicene Fathers (Alexander Roberts and James Donaldson, editors); American Edition copyright © 1885. Electronic version copyright © 1997 by New Advent, Inc.).

E incluso si bien él no fue parte de la verdadera Iglesia de Dios, Justino escribió:

Que tampoco la necromancia, y las adivinaciones que ustedes practican por niños inmaculados y la evocación de almas humanas que partieron, y aquellos que son llamados entre los magos, enviadores de sueños y espíritus asistentes (familiares), y todo lo que es hecho por aquellos que están entrenados en tales asuntos –que estos tampoco los persuadan a ustedes de que después de muertas las armas están en un estado de sensación; y aquellos que son tomados y llevados por los espíritus de los muertos, a quienes todos llaman demoníacos o locos (Justino. Primera Apología, capítulo 18).

El apologista del siglo segundo Tatiano y asociado de Justino escribió:

El alma no es en sí misma inmortal, oh griegos, sino mortal. No obstante es posible para ella no morir. Si, de veras ella no conoce la verdad, muerte y es disuelta con el cuerpo, pero se levanta de nuevo al final en el fin del mundo con el cuerpo, recibiendo la muerte por castigo en la inmortalidad (Tatiano. Translated by J.E. Ryland. Tatian’s Address to the Greeks, Chapter XIII . Excerpted from Ante-Nicene Fathers, Volume 2. Edited by Alexander Roberts & James Donaldson. American Edition, 1885. Online Edition Copyright © 2004 by K. Knight).

Polícrates de Éfeso en el final del siglo segundo escribió y dijo al Obispo Romano Víctor:

Por qué necesito yo mencionar al obispo y mártir Sagaris quien cayó dormido en Laodicea, o al bendecido Papirius, o a Mélito, el Eunuco quien vivió completamente en el Espíritu Santo, y quien yace en Sardis, esperando el episcopado de los cielos, cuando él se levante de los muertos? (Eusebius. Church History, Book V, Chapter 24, Verse 5. Translated by Arthur Cushman McGiffert. Excerpted from Nicene and Post-Nicene Fathers, Series Two, Volume 1. Edited by Philip Schaff and Henry Wace. American Edition, 1890. Online Edition Copyright © 2004 by K. Knight).

Así la inmortalidad era algo que iba a ser obtenido, no algo inherente. Y la idea de que el destino del hombre era convertirse en Dios era conocida en el siglo segundo.

Tertuliano fue un líder religioso del siglo segundo por fuera de la Iglesia de Dios. Y si bien él mantuvo doctrinas que nosotros en las COGs encontraríamos que son heréticas, él es considerado haber sido un importante teólogo temprano por los Católicos Romanos. Tertuliano escribió:

La resurrección es primero, y después el reino. Nosotros decimos, por lo tanto, que la carne se levanta de nuevo, pero que cuando cambia ella obtiene el reino. “Pues los muertos se levantarán incorruptibles”, incluso aquellos que habían estado corruptibles cuando sus cuerpos cayeron en decaimiento; “y nosotros seremos cambiados, en un momento, en el abrir y cerrar de un ojo. Pues esto corruptible” –y en cuanto él hablaba, el apóstol aparentemente señalaba su propia carne– “debe ser puesto en incorrupción, y esto mortal debe ser puesto en inmortalidad” en orden, ciertamente, a que ella pueda ser convertida en una sustancia apta para el reino de Dios. “Pues nosotros seremos como los ángeles”. Este será el cambio perfecto de nuestra carne –sólo después de su resurrección. Ahora si, por el contrario, no ha de haber ninguna carne, cómo entonces será ella puesta en incorrupción e inmortalidad? Habiendo entonces sido convertida en algo más por su cambio, ella obtendrá el reino de Dios, no más la (vieja) carne y sangre, sino el cuerpo que Dios le habrá dado. Correctamente entonces el apóstol declara, “carne y sangre no pueden heredar el reino de Dios”; pues este (honor) lo adscribe él a la condición cambiada que acompaña a la resurrección (Tertullian. Against Marcion, Book V, Chapter 10. Excerpted from Ante-Nicene Fathers, Volume 3. Edited by Philip Schaff, D.D., LL.D. American Edition, 1885. Online Edition Copyright © 2005 by K. Knight).

De esta manera, él está enseñando correctamente que nosotros no somos ahora inmortales y que como somos ahora no somos aptos para el reino de Dios –esto ocurre después de la resurrección.

Hipólito fue un líder religioso del siglo tercero por fuera de la Iglesia de Dios. Y si bien él mantuvo doctrinas que nosotros en la COGs encontraríamos que son hereticas, él es considerado haber sido uno de los primeros grandes teólogos por los Católicos Romanos.

Hipólito escribió:

Creamos entonces, queridos hermanos, de acuerdo a la tradición de los apóstoles, que Dios el Verbo vino de los cielos, (y entró) en la santa Virgen María, en orden a que, tomando la carne de ella, y asumiendo también como un humano, por lo que yo quiero decir un alma racional. y convirtiéndose así en todo lo que un hombre es con excepción del pecado, Él pudiera salvar al hombre caído, y conferir inmortalidad a los hombres que crean en Su nombre (Hippolytus. Against Noetus, Chapter 17. Excerpted from Ante-Nicene Fathers, Volume 5. Edited by Alexander Roberts & James Donaldson. American Edition, 1886. Online Edition Copyright © 2005 by K. Knight).

Note que Hipólito enseñó que Jesús necesitó venir en orden a conferir inmortalidad a los hombres. Él no habría tenido que hacer eso si los humanos fueran inmortales.

Hipólito también escribió:

Pues respecto a la general resurrección y el reino de los santos, Daniel dice: “Y muchos de ellos que durmieron en el polvo de la tierra se levantarán, algunos para vida eterna, y algunos para vergüenza y eterno castigo”. E Isaías dice: “Los muertos se levantarán, y aquellos en las tumbas se levantarán, y aquellos en la tierra se regocijarán.” Y nuestro Señor dice: “Muchos en ese día escucharán la voz del Hijo de dios, y aquellos que la escuchen vivirán” (Hippolytus. On the End of the World, Chapter XXXVI. Excerpted from Ante-Nicene Fathers, Volume 5. Edited by Alexander Roberts & James Donaldson. American Edition, 1886. Online Edition Copyright © 2005 by K. Knight).

Note que Hipólito está mostrando que la muerte es como el sueño y que los muertos deben ser levantados.

Victorino (circa final del siglo tercero) escribió:

“A aquel que venciere yo le daré el maná escondido y yo le daré una piedra blanca”. El maná escondido es la inmortalidad; la piedra blanca es la adopción para ser hijo de Dios el nuevo nombre escrito en la piedra es “cristiano”. (Victorinus. Commentary on the Apocalypse. Translated by Robert Ernest Wallis. From Ante-Nicene Fathers, Vol. 7. Edited by Alexander Roberts, James Donaldson, and A. Cleveland Coxe. (Buffalo, NY: Christian Literature Publishing Co., 1886.) Revised and edited for New Advent by Kevin Knight. <http://www.newadvent.org/fathers/0712.htm> visto el 12/27/08)

No debería haber ninguna razón para dar la inmortalidad si ella ya se poseyese desde el nacimiento.

Perteneciente a pueblos en el siglo tercero, Eusebio escribió acerca de algunos en Arabia:

Ellos decían que durante el presente tiempo el alma humana muere y perece con el cuerpo, pero que en el tiempo de la resurrección ellos serán renovados juntos (Eusebio. Historia de la Iglesia, Libro VI, Capítulo 37).

Un documento espurio aparentemente del segundo o tercer siglo puede haber sido usado para introducir la herejía de la inmortalidad entre los Ortodoxos de Alejandría:

Ahora la prueba de que el alma es inmortal será puesta más allá de duda, no de lo que se dice, o de lo que yo escucho, sino de lo que yo veo: Pues al verlo con mis ojos, yo siempre después mantengo la más segura convicción de su inmortalidad; y ninguna falacia de palabras o incertidumbre de oídos será nunca capaz de perturbar la persuasión producida por la vista. (The Recognitions of Clement, 1.5. In the Ante-Nicene Fathers, Rev. Alexander Roberts and James Donaldson, editors, Vol. VIII. Grand Rapids, Michigan: Wm. B Eerdmans Publishing Company, reprinted 1995. Nota: Este texto es considerado haber sido espurio y probablemente no escrito por Clemente de Alejandría. Parece ser un documento del siglo segundo y podría haber impactado las opiniones de Gregorio el Autor de Milagros y otros).

Puesto que se creía que Orígenes se refirió a esta obra c. 231, él habría sido familiar con él si bien algunos creen que los pasajes pueden haber sido añadidos a él en los siglos cuarto o incluso posteriormente (Smith T. Noticia Introductoria al Reconocimiento de Clemente. Padres Ante-Nicenos, volumen 8. Los Doce Patriarcas, Exertas y Epístolas. La Clementina, Apócrifa, Decretales, Memorias de Edessa y Documentos Siríacos, Restos de las Primeras Edades. Editado por Alexander Roberts, D.D., y James Donaldson, LL.D. Revised and Chronologically Arranged, with Brief Prefaces and Occasional Notes by A. CLEVELAND COXE, D.D. T&T CLARK EDINBURGH, pp. 73-74).

Pero debería anotarse que en la mitad del siglo tercero un místico a menudo referido como Gregorio el Obrador de Milagros quien estudió bajo Orígenes en Alejandría, Egipto, puede haber sido el primero de los obispos greco-romanos en enseñar que el alma era inmortal.

Nosotros probamos, entonces, que el alma es simple… que lo que es simple es inmortal… Si, por lo tanto, el alm no es corrompida por el propio mal para sí misma, y el mal del alma es la cobardía, la intemperancia, la envidia, y lo semejante, y todas estas cosas no la despojan a ellas de sus poderes de vida y acción, se sigue que ella es inmortal. (Gregory Thaumaturgus. On the Soul, Chapters 5, 6. Translated by S.D.F. Salmond. From Ante-Nicene Fathers, Vol. 6. Edited by Alexander Roberts, James Donaldson, and A. Cleveland Coxe. Buffalo, NY: Christian Literature Publishing Co., 1886. Revised and edited for New Advent by Kevin Knight. <http://www.newadvent.org/fathers/0608.htm> viewed 06/05/11)

Y aunque esto no fue comúnmente aceptado por un tiempo, su cambio consiguió ser aceptado (si bien en un grado significativo a causa de otros, pero también probablemente por algunos que él indirectamente afectó). En Ezequiel 18: 4 la Biblia Douay-Rheims (una bien conocida traducción Católica Romana de la escritura a la lengua inglesa) enseña “el alma que pecare, esa misma morirá” y “El alma que pecare, la misma morirá” en Ezequiel 18: 20.

Sin embargo, a mayoría de quienes profesan a Cristo en el siglo 21 no están de acuerdo puesto que la mayoría cree que los humanos son inmortales. Pero la Biblia enseña otra cosa.

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