Herbert Armstrong sobre Pentecostés

Herbert Armstrong sobre Pentecostés

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Descripción artística de Pentecostés (Cadetgray)

COGwriter

El Día de Pentecostés para 2014 es junio 8. A diferencia de otros días santos bíblicos, alguna versión del Día de Pentecostés es observada por un montón de las iglesias de la corriente principal, tanto Católicas como Protestantes. Y por supuesto, ya que Pentecostés es un día santo bíblico, es observado por grupos de la Iglesia de Dios tales como la Continuación de la Iglesia de Dios. Pentecostés es el día en que Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles en la forma de fuego (Hechos 2: 3-4).

Aquí están algunas citas del finado Herbert W. Armstrong acerca de él en su folleto ¿Días de fiesta de Dios o días de fiesta paganos?:

LO QUE USTED DEBE SABER SOBRE EL PENTECOSTÉS

ES ESTE EL ÚNICO “día de salvación”? La mayoría de las iglesias enseñan que los que mueren antes de “ser salvados”, antes de la segunda venida de Cristo, jamás recibirán la salvación.

Imaginan que se está desarrollando actualmente una gran contienda entre Cristo y Satanás. Piensan que Cristo vino a salvar al mundo y que a través de todas las iglesias está luchando desesperadamente por lograr ese cometido.

Por otra parte, el astuto y taimado Satanás hace todo lo posible por evitar que la gente sea “salvada”. Y parecen creer que la contienda tiene un plazo fijado.

Ya se aproxima la segunda venida de Cristo, pero cuando Él regrese a la Tierra en persona se verá impotente, totalmente incapaz de salvar al mundo de las garras de Satanás\u2026 porque entonces “será demasiado tarde”. “El periodo de prueba habrá terminado”, según palabras de una secta.

Estas enseñanzas muestran a un Satanás mucho más poderoso que Dios.

La respuesta revelada

La Iglesia de Dios del Nuevo Testamento se fundó en el sábado anual llamado “Pentecostés” o “fiesta de las primicias”, que cayó en un primer día de la semana. También se denomina la “fiesta de las semanas”.

Como veremos ahora, la Iglesia del Nuevo Testamento continuó guardando este sábado anual año tras año. Dios instituyó dicha festividad para su pueblo a fin de revelarle y de mantenerlo constantemente informado de que el designio actual es meramente la primera “siega de almas”.

Tal como se ha explicado, Dios instituyó sus días santos anuales con un propósito: que sus hijos tuvieran siempre presente y entendieran el gran plan divino.

Para este fin, Dios empleó las siegas anuales de la antigua Israel como representación de la siega espiritual de almas.

En la Tierra Santa se producen dos cosechas al año. Primero, la siega de granos en la primavera, y luego la de otoño. Los días santos de Dios tienen por objeto figurar para su Iglesia, año tras año, el hecho de que sólo aquellos llamados por Él mismo durante esta época podrán convertirse en sus hijos engendrados ahora. Y nosotros somos apenas los primeros frutos, o las primicias, de la gran siega espiritual.

La gavilla

Volvamos al pasaje central donde se resumen todos los días santos: Levítico 23.

En este capítulo encontramos todas las fiestas de Dios proclamadas como santas convocaciones. Primero se cita el día de convocación semanal, el sábado, el séptimo de la semana. A partir del versículo 4 se enumeran las fiestas anuales, fiestas de reunión obligatoria, “a las cuales convocaréis en sus tiempos”.

La primera de ellas es la Pascua, seguida de los días de los panes sin levadura con sus dos sábados anuales. En el versículo 9 comienzan las instrucciones para la ofrenda de la gavilla.

Los israelitas no podían recoger nada de esta primera cosecha de grano hasta el día citado (versículo 14). Luego, el día después del sábado semanal, durante los días de los panes sin levadura, en una ceremonia solemne del sacerdocio levítico (los ritos eran meros sustitutos y por eso no se practican hoy), se cortaba la primera gavilla y se presentaba al sacerdote, quien la mecía solemnemente delante de Dios para que fuese aceptada por Él.

Esto representa al Cristo resucitado ascendiendo al cielo para ser aceptado por su padre como el primer ser humano realmente nacido de Dios: ¡la primicia de la primera siega de almas! Si comparamos Juan 20.17 con Mateo 28.9, veremos que Cristo se presentó ante el Padre a la mañana siguiente de su resurrección (1 Corintios 15.20; Romanos 8.29; Colosenses 1.15, 18). La ofrenda de la gavilla tenía lugar el primer día de la semana, la mañana después del sábado durante los días de los panes sin levadura.

Cómo calcular el Pentecostés

Enseguida viene el Pentecostés. La palabra es de origen griego y aparece en el Nuevo Testamento pero no en el Antiguo. Significa “quincuagésimo (día)”. En el Antiguo Testamento esta festividad se llama “Fiesta de las primicias” y “Fiesta de las semanas”.

Tomemos nota de las instrucciones que comienzan en Levítico 23.15: “Y contaréis desde el día que sigue al día de reposo, desde el día que ofrecisteis la gavilla de la ofrenda mecida; siete semanas cumplidas serán. Hasta el día siguiente del séptimo día de reposo contaréis cincuenta días”. ¡Este quincuagésimo día es el Pentecostés!

“Y convocaréis en este mismo día santa convocación; ningún trabajo de siervos haréis; estatuto perpetuo en dondequiera que habitéis por vuestras generaciones” (versículo 21).

Los demás días santos o festividades caen siempre en días o meses específicos. Pero este día de reposo anual debe establecerse contando. Es muy sencillo y muy claro.

Es de suma importancia que calculemos el día correctamente. Sólo éste ha sido santificado por el Creador. ¿Qué habría ocurrido si cuando se fundó la Iglesia de Dios los apóstoles hubiesen contado mal? “Cuando llegó el día de Pentecostés” (Hechos 2.1) en vez de estar todos unánimes juntos, habrían estado desunidos, pues algunos habrían guardado el día anterior y otros estarían esperando hasta el día siguiente.

Los fariseos, que hacia la mitad del primer siglo D.C. obtuvieron el control total sobre el culto judaico, calcularon a partir del día después del primer sábado anual, y así dejaron de contar para señalar el Pentecostés. De esta manera, su fiesta de Pentecostés siempre caía en un día fijo: el 6 de Siván, tercer mes del calendario hebreo. Pero los fariseos estaban equivocados.

Antes de aquella época, las fiestas en Jerusalén habían estado bajo el control de los sumos sacerdotes de la familia de Boeto que eran saduceos. Los boetianos contaban siempre a partir de la mañana siguiente al sábado semanal, que caía dentro de los días de los panes sin levadura. Esta información histórica ha sido preservada en el Misnáh, que se cursó por escrito alrededor del año 200 D.C:

“Los boetianos dicen: ‘La gavilla no se corta al final del día de la fiesta [el primero de los siete días de los panes sin levadura], sino al final del siguiente día sábado regular'” (Menahoth, 10, 3).

El conocimiento del punto de partida correcto para contar hasta el Pentecostés se había transmitido de generación en generación de sacerdotes desde tiempos inmemoriales. Y el cálculo se hizo correctamente durante todo el tiempo que ellos mantuvieron el control sobre el Templo y sus ritos. También los samaritanos y los caraítas (secta judía que data del siglo octavo D.C.) han mantenido la costumbre de contar a partir del sábado semanal, el séptimo día de la semana.

Un día domingo

Si contamos desde el día en que se mecía la gavilla, ese domingo sería el día número uno y siempre terminaríamos en domingo también\u2026 pero NO siempre sería la misma fecha del mes. Esto es algo que debe “contarse” cada año. Ni en el calendario hebreo (bíblico) ni en el romano que se usa hoy, puede señalarse una fecha fija del mes para el día de Pentecostés.

Citamos nuevamente el Misnáh, donde se refiere a la costumbre correcta que se había seguido en Jerusalén antes de que los fariseos tomaran el control: “[Los boetianos dicen:] el Pentecostés siempre cae el día después del sábado” (Chagigáh, 2, 4).

Esto deja muy en claro el significado de Levítico 23.15-16:  siete semanas cumplidas serán. Hasta el día siguiente del séptimo día de reposo contaréis cincuenta días”.

Deuteronomio 16.9

La manera de contar hasta el Pentecostés aparece quizá más claramente en Deuteronomio 16.9-10. “Siete semanas contarás; desde que comenzare a meterse la hoz en las mieses comenzarás a contar las siete semanas. Y harás la fiesta solemne de las semanas [Pentecostés]”

Este modo de contar también se menciona en Números 28.26: “Además, el día de las primicias [Pentecostés], cuando presentéis ofrenda nueva al Eterno en vuestras semanas, tendréis santa convocación; ninguna obra de siervos haréis”.

Puesto que se contaban siete semanas, la festividad de Pentecostés llegó a conocerse también como la “fiesta de las semanas” (Deuteronomio 16.10), y aun se menciona en el Nuevo Testamento como “el día de las semanas”. Aunque la mayoría de las versiones oscurecen el significado de la expresión al traducirla “día de reposo”, el día al cual se refieren Lucas 4.16, Hechos 13.14 y Hechos 16.13 realmente es el Pentecostés.

Lucas, compañero de Pablo, es el autor de los tres pasajes donde se habla del “día de las semanas”, aunque también se vale del término “Pentecostés” en otras partes. ¿Por qué? Recordemos que Pentecostés significa realmente “quincuagésimo (día)”. Cuandoquiera que Pablo o Lucas escribieran “Pentecostés”, no estaban nombrando un día sino contando el día quincuagésimo.

Significado del Pentecostés

La Pascua simboliza el sacrificio de Cristo para la remisión de nuestros pecados, y los días de los panes sin levadura representan la expulsión del pecado. El Pentecostés representa la primera parte de la siega espiritual, el llamamiento de la Iglesia, de los llamados. Esto, para el designio del Nuevo Testamento, se inició un día domingo: el día de Pentecostés, 17 de junio del año 31 D.C. Aquel día, el Espíritu Santo llegó a morar dentro de la carne tal como profetizó Joel.

El quincuagésimo día (Pentecostés), en la época del Antiguo Testamento, se sacaban de las habitaciones de la congregación dos panes para “ofrenda mecida” (Levítico 23.17, 20), como primicias para Dios. De la misma manera, la Iglesia del Nuevo Testamento fue cosechada de este mundo, como primicia de su salvación, en cumplimiento del simbolismo de los panes mecidos.

Todos los que hayamos sido convertidos formamos parte de esta Iglesia del Nuevo Testamento. Formamos parte de lo simbolizado por aquellos panes.

Y así como la gavilla se levantaba y se mecía, figurando la ascensión de Cristo al cielo y su regreso, de la misma manera se levantaban y mecían los panes como símbolo de que nosotros también abandonaremos esta Tierra, durante un momento, cuando subamos “a recibir al Señor en el aire” (1 Tesalonicenses 4.16-17) para luego regresar con Él al monte de los Olivos, donde comenzará su gobierno milenial (Hechos 1.11; Zacarías 14.3-4).

La mayoría aún sin llamar

Dios no ha repudiado a su pueblo, Israel, sino que les cerró los ojos durante cierto tiempo para que, a través de su caída, fueran salvados los gentiles. Estos, a través de Cristo, son injertados individualmente o adoptados espiritualmente en la familia de Israel (Romanos 11).

Este es el designio cuando Dios llama a un pueblo para su nombre, para que sean reyes y sacerdotes y reinen sobre la Tierra con Cristo durante mil años (Apocalipsis 5.10).

“Después de esto [después de este designio de sacar de los gentiles un pueblo para su nombre] volveré [promete Dios. ¿Para qué?] Y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y repararé sus ruinas, y lo volveré a levantar [Cristo, no los hombres]”.

¿Con qué propósito? “Para que el resto de los hombres busque al Señor”. (Hechos 15.14-17. ¡Estudie esto de nuevo!)

Durante la época eclesiástica actual, Los descendientes de la antigua Judá y de la antigua Israel están ciegos. Luego, Cristo regresará y entonces el resto de los hombres, tanto Israel enceguecida como los gentiles, buscará al Señor, cuando Satanás esté encadenado y Cristo gobierne como Rey de reyes y Señor de señores.

Quienes constituyan la primicia de su salvación reinarán con Él, inmortalizados, como reyes y sacerdotes en la maravillosa obra de construir una nueva civilización.

Durante la época actual la mayoría de los israelitas continuarán ciegos hasta que hayan entrado todos los gentiles; y así (Romanos 11.26) todo Israel será salvado del pecado; porque el Libertador, Cristo, vendrá de Sion. Todo Israel se arrepentirá y será salvo. ¿Cómo? Porque Cristo apartará la impiedad de los israelitas mortales al perdonar sus pecados.

Ahora, en este designio, Israel no ha creído y el tabernáculo de David ha caído (Romanos 11.31-32), a fin de que ellos, también, alcancen entonces misericordia, por la misericordia concedida a los gentiles y a los pocos “elegidos” de Israel, en esta época y que entonces serán reyes y sacerdotes con Cristo.

¡Cuán extraordinario es el plan de redención divino, cuando lo comprendemos y lo vemos representado en estas fiestas anuales!

Sólo la primera siega por ahora

En Santiago 1.18 y Romanos 8.23, por ejemplo, los santos de este designio son llamados las primicias de la salvación de Dios. Tal designio, y la selección de estas personas para portar su nombre, comenzaron el día de Pentecostés, la fiesta que representa, cada año, este magno acontecimiento, este gran designio “misterioso” en el plan de redención.

Notemos también que estas festividades, los panes sin levadura y el Pentecostés, caen al comienzo del año, y que los grandes hechos que ellos simbolizan tuvieron lugar en el comienzo del plan de salvación.

La serie de días santos que llegan al FINAL del año simboliza hechos extraordinarios en el plan divino, los cuales aún no han sucedido, pues tendrán lugar al final del designio. Todos caen dentro del séptimo mes, ¡y con su cumplimiento se introducirá el séptimo milenio desde la creación! Las iglesias de este mundo enseñan que es misión de la Iglesia salvar a la humanidad. Nos dicen que todos los que han de ser salvos lo serán ahora, en el designio actual. Enseñan que el “período de prueba” SE CIERRA a la segunda venida de Cristo o antes.

Si eso fuera cierto, ¡qué fracaso sería el plan divino! Son muy, muy pocos los que realmente han sido salvados en este designio. La tercera parte de los seres humanos que hoy habitan la Tierra ni siquiera han oído pronunciar el único nombre por el cual podemos ser salvados. ¿Será posible, pues, que la mayoría de los hombres estén perdidos para toda la eternidad\u2026 condenados porque jamás tuvieron la oportunidad de escuchar el mensaje de salvación? El concepto más generalizado es que Dios ha repudiado a Israel, su pueblo, y que éste se halla perdido y condenado para siempre. Si estuvieran guardando los días santos anuales, que son obligatorios eternamente y que sí fueron observados fielmente por la Iglesia del Nuevo Testamento, como consta en el Libro de los Hechos y en la historia eclesiástica, entonces habrían comprendido claramente el maravilloso plan divino.

No es nuestra misión convertir al mundo entero en esta época sino revelar el Evangelio. ¿Cuál Evangelio? La buena nueva del Reino. ¡La buena nueva de los mil años de restitución de todas las cosas, cuando regrese Cristo a reinar, investido de gran poder y gloria!

Debemos entender que en esta era Israel ha sido cegado parcialmente – pero sólo hasta que se cumpla el designio para con los gentiles. Durante esta era, sólo una minoría de los gentiles: de los chinos, de los pueblos de Rusia y la India, han escuchado siquiera el nombre de Cristo.

La buena nueva del Reino venidero debe ser predicada como testimonio. Muchos han sido llamados durante esta época, pero muy pocos han sido escogidos y son aun menos los que han permanecido fieles hasta el final.

Los individuos escogidos para su nombre serán inmortalizados y reinarán durante los mil años del gobierno de Dios en la Tierra. Entonces será quitada la ceguera de Israel, que perdurará hasta que toque a su fin la época de los gentiles. Los cielos recibieron a Jesús hasta el tiempo de restitución de todas las cosas.

Todos los hasta entonces redimidos, desde aquel día de Pentecostés, 17 de junio del año 31 D.C., serán sólo las primicias del plan de salvación. Este designio, pues, consiste en escoger sólo las “primicias” de quienes han de ser salvos. Estos están bajo prueba para que, cuando califiquen para ocupar los puestos de reyes y sacerdotes en el Reino, lleven a cabo, entonces sí, la completa salvación del mundo.

Cuando Cristo regrese

Entonces sí, el Eterno alzará su mano para recobrar el remanente de su pueblo, Israel (Isaías 11.11).

Entonces sí, “el Eterno vendrá con fuego, y juzgará con fuego y con su espada a todo hombre Y pondré entre ellos señal, y enviaré de los escapados [escapados de estas plagas] de ellos a las naciones [gentiles] que no oyeron de mí, ni vieron mi gloria; y publicarán mi gloria entre las naciones” (Isaías 66.15-16, 19).

Entonces sí, “saldrán de Jerusalén aguas vivas”, y las naciones gentiles que no escucharon antes “subirán de año en año para adorar al Rey, al Señor de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de los tabernáculos. (Zacarías 14.16).

Entonces sí, “Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte [nación] del Eterno y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Eterno. Y él juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra En aquel día, dice el Eterno el Eterno reinará sobre ellos en el monte de Sion desde ahora y para siempre” (Miqueas 4.27). Estas palabras no se aplican a la Iglesia de Dios ahora sino a la gloriosa época del Reino, después del regreso de Cristo. ¡Cuán extraordinario es el plan de redención!

Adán pecó. Todos hemos pecado. Desde Adán hasta nuestros días, contemplamos la historia del hombre sin Dios; la historia del sufrimiento y el fracaso de la humanidad.

Y así Dios, en su enorme sabiduría, ha permitido que los hombres se demuestren a sí mismos lo pecadores que son, ¡lo inútiles que son sin la ayuda divina!

Llegará el momento en que, por fuerza, aprenderemos la lección: que sólo cuando Dios mismo emprenda la salvación de los hombres, enviando a Jesucristo a reinar con vara de hierro, podrá ser realmente salvado todo el mundo. Así pues, quienes están siendo salvados ahora son las primicias de la salvación, y tendrán el gran honor de actuar como ayudantes de Cristo en la maravillosa obra de redención en aquel Reino.

Este es el verdadero plan divino de redención, tal como se nos enseña desde el Génesis hasta el Apocalipsis. ¡Y es totalmente contrario a las enseñanzas populares! Sin embargo, este es el plan simbolizado por los días santos anuales. Si las iglesias hubiesen observado fielmente estas fiestas, ¡jamás habrían perdido de vista el plan, ni habrían caído bajo el engaño de los predicadores falsos!

La Iglesia de Dios del Nuevo Testamento guardaba el Pentecostés

La verdadera Iglesia de Dios continuó guardando no sólo los días de los panes sin levadura y la Pascua sino también el Pentecostés. Ello consta en 1 Corintios 16.8; Hechos 20.16.

Si no hubiesen estado reunidos en santa convocación el primer Pentecostés, cuando todo lo que había de ser abolido ya no estaba en vigencia, ¡entonces no constara en la Biblia el hecho sublime que se narra en el segundo capítulo de los Hechos!

Ahora bien, una convocación santa significa una reunión de la Iglesia convocada bajo autoridad absoluta. Busque la palabra “convocación” en el diccionario. Es una reunión donde se ordena, bajo autoridad, que todos estén presentes. El sábado es una convocación santa semanal. Por lo tanto, se nos ordena que nos reunamos en ese día. Cada una de estas fiestas anuales es una convocación santa. La Iglesia del Nuevo Testamento cumplió con este mandato. ¿Lo hacemos nosotros?

Aunque el Día de Pentecostés será en junio 8 este año, la observación real comienza la tarde anterior a la puesta del sol en junio 7 y va hasta la puesta del sol en junio 8.

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