El Papa Francisco escoge nuevos cardenales. ¿De dónde vienen los cardenales y podría alguno ser el final Anticristo?

El Papa Francisco escoge nuevos cardenales. ¿De dónde vienen los cardenales y podría alguno ser el final Anticristo?

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Vestimentas de Cardenal

COGwriter

El Papa Francisco ha escogido 19 nuevos cardenales:

Febrero 22, 2014

El Papa Francisco ha escogido 19 nuevos cardenales en una ceremonia en Roma –la primera de tales escogencias de su papado.

Los cardenales son los clérigos más altos en la Iglesia Católica por debajo del pontífice…

Los 19 nuevos cardenales

Arzobispo Pietro Parolin (Italy)

Arzobispo Lorenzo Baldisseri (Italy)

Arzobispo Gerhard Ludwig Muller (Germany)

Arzobispo, Beniamino Stella (Italy)

Arzobispo Vincent Nichols (Britain)

Arzobispo Leopoldo Jose Brenes Solorzano (Nicaragua)

Arzobispo Gerald Cyprien Lacroix (Canada)

Arzobispo Jean-Pierre Kutwa (Ivory Coast)

Arzobispo Orani Joao Tempesta (Brazil)

Arzobispo Gualtiero Bassetti (Italy)

Arzobispo Mario Aurelio Poli (Argentina)

Arzobispo Andrew Yeom Soo Jung (South Korea)

Arzobispo Ricardo Ezzati Andrello (Chile)

Arzobispo Philippe Nakellentuba Ouedraogo (Burkina Faso)

Arzobispo Orlando B. Quevedo (Philippines)

Arzobispo Chibly Langlois (Haiti)

Monseñor Loris Francesco Capovilla (Italy) *

Arzobispo Fernando Sebastian Aguilar (Spain) *

Monseñor Kelvin Edward Felix (St Lucia) * http://www.bbc.co.uk/news/world-europe-26301947

En tiempos recientes, los Papas han tenido el cargo de cardenal antes de su elección como pontifex maximusi (un título no bíblico que viene del paganismo). Hay al menos tres de los nuevos cardenales de arriba con potencial para convertirse en pontífices, si el Papa Francisco no es el último papa, un antipapa, el final Anticristo. Dos para mencionar serían Pietro Parolin (actual Secretario de Estado del Vaticano) y Gerhard Ludwig Muller (prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, posición que el anterior Papa Benedicto XVI tuvo antes de su elección pontifical). Ambos de estos nuevos cardenales han mostrado una orientación ecuménica lo que yo creo que el último papa necesitaría tener basado en mi entendimiento de las profecías bíblicas (tales como las de Apocalipsis 13). Aunque yo no he eliminado al Papa Francisco de ser posiblemente el último Papa, hay un poco de profecías privadas católicas que alguno como el Arzobispo Pietro Parolin, Gerhard Ludwig Muller, u otros posiblemente podrían cumplir. No que nosotros podamos verdaderamente confiar en profecías católicas privadas, sino que algunas son consistentes con la profecía de la Biblia, aunque otras claramente la contradicen. En cuanto hace a Pietro Parolin, él es italiano y Pietro significa Pedro. Un obispo católico llamado Malaquías en el siglo 12, hizo una lista de futuros papas, y la lista ha sido hasta ahora de alguna manera exacta. La más famosa predicción es la última de la lista para uno comúnmente referido como “Pedro el Romano”. Algunos también lo han llamado Pedro II. La lista de Malaquías fue escrita en latín. Aquí está lo que él escribió acerca del último papa en su lista:

In persecutione extrema SRE sedebit. Petrus Romanus, quipascet oves in multis tribulationibus: quibus transactis civitas septicollis diruetur, et Iudex tremendus iudicabit populum suum. Finis.

Aquí está una traducción al inglés de La Enciclopedia Católica:

“En la final persecución de la Santa Iglesia Romana reinará Pedro el Romano, quien alimentará a su rebaño en medio de muchas tribulaciones, después de lo cual la ciudad de las siete colinas será destruida y el temible Juez juzgará al pueblo. El Fin.”

Aquí está una versión un poco diferente de ello (con la palabra “Roma” insertada por el sacerdote católico Culleton):

San Malaquías (siglo 12): Durante la persecución de la Santa Iglesia Romana, se sentará en el trono, Pedro el Romano… La Ciudad de las Siete Colinas (Roma) será completamente destruida y el temible Juez entonces juzgará al pueblo. (Culleton, R. Gerald. The Prophets and Our Times. Nihil Obstat: L. Arvin. Imprimatur: Philip G. Scher, Bishop of Monterey-Fresno, November 15, 1941. Reprint 1974, TAN Books, Rockford (IL), p. 138)

Note que el final Papa se sienta en la Ciudad de las Siete Colinas (que el escritor católico G. Culleton nombró Roma arriba), obviamente la misma en que se sentaba Babilonia la Grande en Apocalipsis 17: 9 que Dios ha destruido en los versículos 14-18.

Pero ¿Qué hay acerca de los otros cardenales?

Puesto que incluso los cardenales germanos son católicos romanos, ellos también pueden ser considerados como romanos. Y el hecho de que el Obispo de Roma diga estar en el lugar de Pedro hace que todos los pontífices un clamado tipo de “Pedro el Romano”.

Un líder que fue escogido por el Papa Francisco fue Gerhard Ludwig Mueller. Me gustaría mencionar, sin embargo, que otras profecías católicas, parecen sugerir que un líder alemán será el final Anticristo (hay otros cardenales germanos, tales como Kurt Koch, que yo he estado vigilando). Así, a causa de su nombre y de su ancestro italiano, el Arzobispo Pietro Parolin podría ser el último Papa, un antipapa, y el final Anticristo de la profecía bíblica. Si él sigue en los pasos del Papa Francisco él ciertamente será uno a vigilar. Pero hay otros con un ancestro más germano que también hay que vigilar.

Aunque es todavía demasiado temprano para decir con seguridad si el Papa Francisco o uno de los líderes que él acaba de escoger es el individuo que será el final Anticristo, basados en la dirección ecuménica que el Vaticano ha estado tomando, esa es una posibilidad.

En cuanto hace a los cardenales, la palabra viene de un término que significa eje de acuerdo al diccionario Houghton Mifflin y La Enciclopedia Católica:

Latín, servir como un eje, de card , cardin-, eje (http://education.yahoo.com/reference/dictionary/entry/cardinal)

Por el término cardenal(Cardinalis)… un cardo eclesiástico (Lat. para eje). (Sägmüller, Johannes Baptist. “Cardinal.” The Catholic Encyclopedia. Vol. 3. New York: Robert Appleton Company, 1908. 22 Feb. 2014 <http://www.newadvent.org/cathen/03333b.htm>.)

¿Por qué es eso importante?

Por dos razones.

Primero, este término no viene de la Biblia (Yo también hice una investigación de la Doay Rheims, y tampoco está allí).

Segundo, él procede del paganismo.

Aquí está algo de lo que Alexander Hislop reportó acerca de eso:

Si hay algunos que crean que hay alguna virtud oculta y misteriosa en una sucesión apostólica que ha pasado por el papado, que consideren seriamente entonces el verdadero carácter de las disposiciones emanadas del Papa y de sus obispos y clerecía.

Puede demostrarse que todo, del Papa hacia abajo, es ahora radicalmente babilónico. El Colegio de Cardenales, con el Papa a la cabeza, es apenas el duplicado del pagano Colegio de los Pontífices, con su “Pontifex Maximus,” o “Soberano Pontífice,” que existió en Roma desde tiempos muy remotos, y que se sabe que había tomado como modelo original el gran Concilio de los Pontífices de Babilonia. El Papa pretende tener ahora la supremacía en la Iglesia como sucesor de Pedro, a quien se alega que nuestro Señor le entregó exclusivamente las llaves del Reino del Cielo. Pero el hecho importante está en que, hasta que el Papa fue investido con el título, al que durante mil años se le había atribuido el poder de las llaves de Jano y Cibeles, ningún derecho papal preeminente, o algo que se le pareciera, se hizo público alguna vez por parte suya, por ser el poseedor de las llaves dadas a Pedro.

Fue sólo en el siglo segundo antes de la era cristiana que la adoración de Cibeles, bajo ese nombre, fue introducida en Roma; pero la misma diosa, bajo el nombre de Cardea, con el “poder de la llave”, era adorada en Roma, junto con Janus, épocas antes.

Muy pronto, en verdad, los obispos de Roma hicieron gala de un espíritu soberbio y ambicioso; pero durante los tres primeros siglos, su pretensión a un honor más alto, se fundamentaba simplemente en la dignidad de su sede, por ser ésta la de la ciudad imperial, la capital del mundo romano. Sin embargo, cuando la sede del imperio fue trasladada al Oriente, y Constantinopla amenazaba con eclipsar a Roma, debía buscarse un nuevo asidero para mantener la dignidad del Obispo de Roma. Ese nuevo asidero se encontró cuando, hacia el año 378 D.C., le correspondió al Papa ser el heredero de las llaves que eran los símbolos de las bien conocidas divinidades paganas de Roma. Jano llevaba una de las llaves, y Cibeles la otra; y estas son las dos llaves que el Papa ostenta en su escudo de armas como insignias de autoridad espiritual. A continuación se verá de qué manera llegó a ser considerado el Papa como el usufructuario de dichas llaves, siendo indudable lo que él logró en la creencia popular al ser investido de tal poder en el período señalado. Cuando en concepto de los paganos, él había llegado a ocupar el lugar de los representantes de Jano y Cibeles y, por tanto, estaba autorizado para usar sus llaves, el Papa vio entonces que podía hacer creer entre los cristianos que únicamente Pedro tenía el poder de las llaves, y que él era el sucesor de Pedro, manteniendo el engaño con la exhibición de dichas llaves; y así, aunque hubiera decaído la dignidad temporal de Roma como ciudad, su propia dignidad como Obispo de Roma se había establecido más firmemente que nunca. Es evidente que él actuó siguiendo esta política. Se dejó que pasara algún tiempo; y después, cuando la obra secreta del Misterio de Iniquidad hubo preparado el camino para ello, el Papa hizo por primera vez la afirmación pública de su preeminencia, fundamentada en las llaves dadas a Pedro. Hacia el año 378 fue elevado al lugar a que le daba derecho, según el concepto pagano, el poder de las llaves mencionadas. En el año 431, y no antes, hizo pública manifestación laica de la posesión de las llaves de Pedro.4 Seguramente, sea esta una coincidencia sorprendente. El lector se preguntará, ¿cómo fue posible que los hombres pudieran dar crédito a tal presunción? Con respecto a este asunto, las palabras de las Escrituras dan una solemnísima y satisfactoria respuesta (2 Tesalonicenses 2:10,11): “Por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira.” Y pocas mentiras podrían ser más grandes; pero, con el paso del tiempo, llegó a ser creída ampliamente. Ahora, cuando en Roma se adora la estatua de Júpiter como la imagen verdadera de Pedro, así también se cree devotamente que las llaves de Jano y Cibeles representan las llaves del mismo apóstol…

Así, por un mero juego de palabras, se mezclaron personas y cosas esencialmente diferentes; y se revolvió paganismo con cristianismo, para que pudiera ser gratificada la dominante ambición de sacerdotes perversos; y así, mientras que para los enceguecidos cristianos de la apostasía, el Papa era el representante de Pedro, el apóstol; para los paganos iniciados, sólo era el representante de Pedro, el intérprete de sus bien conocidos Misterios. De este modo, el Papa se convirtió en la copia exacta de “Jano, el dios de las dos caras.” ¡Cuán significativa resulta la enfática expresión bíblica “el Misterio de Iniquidad” aplicada al papado!

El lector estará preparado ahora para comprender la razón por la cual el Gran Departamento de Estado que asiste al Papa en el gobierno de la Iglesia, ha llegado a llamarse Colegio de Cardenales. El término cardenal se deriva de Cardo, bisagra. Jano, cuya llave lleva el Papa, era el dios de las puertas y de las bisagras, y se le llamó Patulcius y Clusius, “el que abre y el que cierra.” Esto tenía un significado blasfemo, porque a él se le adoraba en Roma como el gran mediador. Para cualquier negocio importante que se llevara a cabo entre los romanos, para invocar a cualquier deidad, primero que todo debía hacerse una invocación dirigida a Jano, que era reconocido como el “Dios de los dioses,” en cuya misteriosa divinidad se combinaban los caracteres del padre y del hijo, y sin lo cual no podía ser escuchada ninguna oración, pues no podía ser abierta la “puerta del cielo.” Este era el mismo dios cuyo culto predominaba en Asia Menor en el momento en que el Señor envió, por medio de su siervo Juan, los siete mensajes del Apocalipsis a las iglesias establecidas en esa región. Y, por esto, encontramos en uno de esos mensajes que El reprocha tácitamente el que se hubiera atribuido paganamente Su propia y particular dignidad a dicha divinidad, y hace valer Su derecho exclusivo a la prerrogativa atribuida generalmente a Su rival. Así que, en Apocalipsis 3:7, se dice: “Y escribe al ángel de la iglesia que está en Filadelfia: El Santo y Verdadero, que tiene la llave de David; que abre, y ninguno cierra; que cierra, y ninguno abre.” A este Jano, adorado en Asia Menor, e igualmente en Roma, desde tiempos remotos, como mediador, le pertenecía el gobierno del mundo, y tenía absolutamente “todo poder en el cielo, en la tierra, y en el mar,” según las ideas paganas. En tal carácter, se decía que él tenía “jus vertendi cardinis,” “el poder de hacer girar la bisagra” – de abrir y de cerrar las puertas de la paz o de la guerra sobre la tierra. Por tanto, el Papa cuando fue establecido como sumo sacerdote de Jano asumió también el “jus vertendi cardinis,” “el poder de hacer girar la bisagra,” – de abrir y de cerrar en el blasfemo sentido pagano. Al principio, este poder se hizo valer lenta y cautelosamente, pero al imponerse con constancia, siglo tras siglo, su establecimiento, se convirtió en la gran superestructura del poder sacerdotal erigido sobre él. Los paganos, que veían las grandes zancadas que estaba dando el cristianismo profesado en Roma, bajo la dirección del Papa, hacia el paganismo, estaban más que satisfechos, y reconocían al Papa como el poseedor de tal poder; lo animaban de buena gana para que alcanzara, paso a paso, la plena estatura de las pretensiones blasfemas dignas del representante de Jano, pretensiones que, como lo saben todos los hombres, se le reconocen ahora, con el beneplácito unánime de la cristiandad apóstata occidental, como inherentes al oficio del Obispo de Roma. Sin embargo, se necesitó de la cooperación de otros para animar al Papa con el fin de que alcanzara la total plenitud del poder que él hace valer ahora. Cuando se incrementó su poder, cuando su dominio se extendió y, especialmente, después de que llegó a ser un soberano temporal, la llave de Jano se hizo demasiado pesada para sus solas manos, necesitando de alguien que compartiera con él el poder de la “bisagra.” De aquí que sus consejeros privados, sus altos funcionarios de estado, asociados con él en el gobierno de la Iglesia y del mundo, tomaron el ahora bien conocido nombre de “Cardenales,” o los sacerdotes de la “bisagra.” Este título lo habían llevado antes los altos funcionarios del emperador romano quien, como “Pontifex Maximus,” era de por sí el representante de Jano, y delegaba sus poderes en sus siervos. Aun en el reinado de Teodosio, el emperador cristiano de Roma, su primer ministro llevaba el título de Cardenal. Pero ahora, tanto el nombre como el poder asignados a tal título, han desaparecido, desde hace tiempos, para los funcionarios civiles de los soberanos temporales; y únicamente aquellos que ayudan al Papa a empuñar la llave de Jano – los que abren y cierran – se conocen por el nombre de Cardenales, o sacerdotes de la “bisagra.” He dicho que el Papa llegó a ser el representante de Jano quien, como es evidente, no era otro que el Mesías babilónico. Si el lector considera solamente las posturas blasfemas del papado, verá cuan exactamente han sido copiadas del original. En los países donde se desarrolló más ampliamente el sistema babilónico, encontramos al Soberano Pontífice del dios babilónico, investido con los mismos atributos aplicados ahora al Papa. ¿Al Papa se le llama “Dios sobre la tierra,” el “Vice Dios,” y el “Vicario de Jesucristo”? Al rey de Egipto, que era Soberano Pontífice, se le consideraba con la más grande reverencia, según Wilkinson, como “EL REPRESENTANTE DE LA DIVINIDAD EN LA TIERRA.” ¿El Papa es “infalible;” y, en consecuencia, la Iglesia de Roma hace alarde de que ella ha sido siempre “igual e inmutable”? Lo mismo ocurría con el Pontífice caldeo, y con el sistema sobre el cual presidía. Se creía, dice el escritor ya citado, que el Soberano Pontífice era “INCAPAZ DE EQUIVOCACION” y, en consecuencia, existía “grandísimo respeto por la santidad de los viejos decretos;” y, de aquí, sin duda, se originó también la costumbre de que “las leyes de los medos y de los persas no podían ser cambiadas.” ¿Recibe el Papa la adoración de los Cardenales? El rey de Babilonia, como Soberano Pontífice, era adorado de igual manera. ¿Se les pide a los reyes y a los embajadores que besen la zapatilla del Papa? Esto también se copió del mismo modelo; pues dice el profesor Gaussen, citando a Estrabón y a Heródoto, “los reyes de Caldea usaban zapatillas que acostumbraban besar los reyes a quienes vencían.” En resumen, ¿al Papa se le da el tratamiento de “Su Santidad”? Así también ocurría con el Pontífice pagano de Roma. Tal tratamiento parece haber sido común para todos los pontífices. Al dirigirse a Símaco, el último representante pagano del Emperador romano como Soberano Pontífice, uno de sus colegas o copontífices, que estaba a punto de obtener un grado de promoción, dice: “Oigo que SU SANTIDAD (sanctitatem tuam) va a ser llamado por las cartas sagradas.” Las llaves de Pedro han sido restituidas ahora a su legítimo dueño. La silla de Pedro debe acompañarlas también. Esa famosísima silla tiene la misma procedencia que las llaves con la cruz. La misma razón que llevó al Papa para apropiarse de las llaves caldeas, lo llevó también, naturalmente, a tomar posesión de la silla vacante del Pontifex Maximus pagano. Como el Pontifex, en virtud de su oficio, había sido el Hierofante, o Intérprete de los Misterios, su silla oficial también tenía su título y se le llamaba la silla de “Pedro,” así como a las llaves se les llamaba “las llaves de Pedro;” y tal era el nombre que se le daba por consiguiente. El verdadero origen de la famosísima silla provenía del siguiente hecho: “Los romanos tenían,” dice Bower, “como lo creyeron hasta 1662, una prueba importante no sólo de que su silla era la que Pedro había erigido, sino en la que se había sentado él mismo; porque, hasta ese año, la misma silla en que ellos creían, o le hacían creer a los demás, que se había sentado él, se mostraba y se exponía a la adoración pública el 18 de enero, día de la fiesta de dicha silla. Pero cuando la estaban limpiando para ponerla en algún lugar destacado del Vaticano, ¡aparecieron inscritos en ella, desafortunamente, los doce trabajos de Hércules! Y así tuvo que ser desechada. Los partidarios del papado estaban no poco desconcertados ante este descubrimiento, pero trataban de ponerle al asunto tan buena cara como podían. “Nuestro culto,” decía Giacomo Bartolini, en sus Antigüedades Sagradas de Roma, al relatar las circunstancias del descubrimiento, “nuestro culto, sin embargo, no fue desechado, puesto que no era a la madera a la que se lo rendíamos, sino a San Pedro, el príncipe de los apóstoles,” que se suponía se había sentado en ella. Sea lo que fuere lo que el lector piense de esta apología del culto a la silla, seguramente que comprenderá, por lo menos, relacionando esto con lo que ya hemos visto, que la fábula blanca de la silla de Pedro se ha desbaratado por completo. Con respecto a la silla de Pedro, parece que Roma ha sido bastante desafortunada en los tiempos modernos; porque, aun después de que aparecieron los doce trabajos de Hércules, condenados y desechados como inadecuados para soportar la luz que había derramado la Reforma sobre las tinieblas de la Santa Sede, la que se escogió para reemplazarla, estaba destinada a revelar más ridículamente todavía las descaradas imposturas del papado. La primera silla había sido tomada de los paganos; la siguiente parece haber sido escamoteada a los musulmanes, pues cuando los soldados franceses al mando del general Bonaparte, se apoderaron de Roma en 1795, encontraron en el respaldo de ella, inscrita en árabe, la bien conocida sentencia del Corán: “No hay más Dios que Alá, y Mahoma es su profeta.” La mitra del Papa es totalmente diferente a la mitra de Aarón y de los sumos sacerdotes judíos, pues esa mitra era un turbante. La mitra de dos puntas que usa el Papa cuando se sienta en el trono elevado de Roma para recibir la adoración de los Cardenales, es la misma mitra usada por Dagón, el dios-pez de los filisteos y de los babilonios. De dos maneras se representaba antiguamente a Dagón. Una era cuando se le representaba como medio hombre y medio pez; la parte superior completamente humana, y la inferior terminada en la cola de un pez. La otra era cuando, para usar las palabras de Layard, “la cabeza del pez formaba una mitra sobre la del hombre, mientras su escamosa cola, a modo de abanico, caía por detrás como una túnica, dejando al descubierto los miembros y los pies.” Esta es la representación de Dagón que Layard trae en su última obra, y que aparece aquí (Fig. 48) para el lector. Y nadie que examine esta mitra y la compare con la del Papa, tal como se da en Horae de Elliot, pueda dudar por un momento que de esa, y no de otra fuente, se ha derivado la mitra pontifical.

La mitra/sombrero mostrado en la foto al comienzo de este correo es una versión del “sombrero pez” que Alexander Hislop dice que vino del paganismo. La Biblia muestra que los adoradores de Dagón fueron destruidos por Sansón (Jueces 16: 23-30) Algunos de sus atuendos no fueron adoptados hasta más de 1000 años despues de que Jesús fue muerte de acuerdo a La Enciclopedia Católica:

Principal entre las insignias del cardenal está el sombrero rojo, usado primero por los legati a latere (cardenal enviado del papa). Fue concedido a los cardenales seculares por Inocencio IV en el Sínodo de Lyon en 1245, y a los cardenales religiosos por Gregorio XIV en 1591; este último, debe anotarse, continúa usando el hábito distintivo de su orden (Barmgarten, “Die Uebersendung des rothen Hutes” en “Hist. Jahrbuch”, XXVI, 99 ss). Ellos también usa el birrete rojo (escarlata), que fue concedido a ellos, probablemente, por Pablo II (1464-71). Ellos también tienen derecho a usar escarlata, particularmente, un manto escarlata, que de acuerdo a la tradición fue probablemente concedido a ellos por Bonifacio VIII (1294-1303). Ellos también usan un anillo de piedra de zafiro, y usan el ombrellino que se sostiene sobre ellos siempre que ellos dejan sus carruajes para acompañar con la cabeza descubierta al Santísimo Sacramento, si por casualidad ellos se lo encuentran en su camino. En sus iglesias titulares un baldaquino cubre el trono cardenalicio, y ellos tienen derecho a usar en estas iglesias los ornamentos episcopales, p. ej., la mitra de seda de Damasco (desde Pablo II), el báculo y la cruz pectoral. (Sägmüller, Johannes Baptist. “Cardinal.” The Catholic Encyclopedia. Vol. 3. New York: Robert Appleton Company, 1908. 22 Feb. 2014 <http://www.newadvent.org/cathen /03333b.htm>.)

Los cardenales vienen del paganismo. Las vestimentas que ellos usan no fueron adoptadas hasta al menos el siglo cuarto por la Iglesia de Roma. Esencialmente, ellas son una combinación de restos de la adoración de Mithras y Dagón, y tomó incluso más centurias para que ellas se desarrollaran en la posición que ellas tienen ahora. Por supuesto, esto también ayuda a probar que esa precisa posición no vino de la Biblia y que tales vestimentas que ellos usan no fueron usadas por los apóstoles originales ni por los primeros líderes cristianos.

Los cardenales, y sus atavíos, fueron adoptados del paganismo. Esta es una de las muchas razones para considerar que el final Anticristo reclamará lazos con la Iglesia de Roma. Me gustaría enfatizar que este líder CLAMARÁ vínculos con Roma pero finalmente la traicionará como parece estar dicho en Apocalipsis 13, 17, y 19.

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